miércoles, 14 de octubre de 2015

GEOGRAFÍA EMOCIONAL 6: ROBLEDILLO DE GATA, CÁCERES

          Si hay un lugar que ha llenado mi vida de experiencias, ese es Robledillo de Gata. Muchas de las mejores momentos que he vivido, han sido allí.  Sin duda, muchos de las peores, también. Creo que por eso he tardado tanto en escribir este Post: Es dificil plasmar en palabras tanta emoción.

     Robledillo de Gata es un pequeño pueblecito situado en la Sierra de Gata. Ahora, es famoso por su gran belleza, suele ser habitual en las listas de los pueblos más bonitos de España y es visitado por muchísimos turistas cada año, que quedan embaucados por su hermosura perfecta, casi de cuento de hadas, y dejan suculentos dividendos en las cuenta corriente del pueblo. Pero... yo, lo conocí hace muchos años, en 1983, cuando su belleza era real , natural, nadie en su sano juicio se pasaba por allí más que los propios autóctonos, y eso hacía que poseyera esa luz mágica de los lugares inexplorados, salvajes,  auténticos.

     Y claro, yo,  más que de un juicio he  gozado de muchas ganas de explorar y vivir aventuras, así que allí me iba con 13 añitos a vivir las tarde-noche de mi recién estrenada juventud. Ahora, ha ser de los primeros en hacer algo les llaman "marcadores de tendencia" pero en aquel momento me llamaban directamente "loca" por ir a este pueblo que tachaban de "feo"y "pobre". Nunca entendí porqué era importante la salud de las cuentas de las familias de amigos con los que iba a pasar un ratito por las tardes, pero, todos en mi entorno me insistían en que era así. Pasaba del tema, desde luego. Las tonterías no suelen ser objeto de mi devoción.

   Así, fui adentrándome en ese pueblo inhóspito, tan alejado de mi mundo de ciudad y comodidades de aquel momento. Parecía que el tiempo no hubiera pasado por allí, que mientras se iban a descubrir otros mundos y a crear otros países se olvidaban de despertar ese pueblo, más cercano, y esa, era sin duda su mejor virtud. Bueno, esa y sus gentes: Hice en ese momento, y también después amigos entrañable en Robledillo de Gata.

 Allí, en Robledillo, viví mis primeros besos, los exploratorios  y los de amor verdadero.  De hecho, puedo recordar exactamente el lugar de cada uno de ellos.  Días de organizar como llegar desde mi pueblo a Robledillo, (que si por el atajo, que si por la carretera, que si haciendo autostop o andando..., y una vez allí, tardes de paseo por el campo, disfrutando del río y la piscina, de descubrir en buena compañía Metallica, Rosendo, Barricada... atardeceres de jugar al burro en aquel viejo bar de Alejo donde se pedían de cada tirada 8 cervezas y 1 coca cola (la coca cola era para mi, Ja, Ja Ja). Noches de risas y baile, madrugadas de llegar a casa amanecido ya, tras recorrer a pie los tres kilómetros que lo separan de mi pueblo, siempre en buena compañía, y  no sin antes comer una de aquellas reconstituyentes ensaladas de limones que podían resucitar a un muerto.

También fue allí donde una vez un gilipollas (sin sombrero de payaso) me amenazó con una navaja, y otra vez me amenazaron con tirarme por las escaleras. ¡Pobres incautos! Aún no han aprendido que se puede matar  a las personas, pero nunca destruir los sentimientos. Fue mucho más desagradable cuando alguien importante para mi decidió que no me iba a hablar más. 12 años, tardamos en volver a vernos.  Y es que, fue tan doloroso que no quise, no pude volver a pisar ese pueblo durante mucho tiempo. Afortunadamente, y gracias a otros buenos amigos volví  con los años y desde el primer minuto volví a sentir lo mucho que pertenezco a ese pueblo mío, adoptivo de origen, real de corazón.

Todo aquello ya pasó, y ahora, disfruto de Robledillo, de sus paisajes, sus gentes, sus calles angostas. Ahora, es un pueblo  aún más bonito que antes, si cabe, no hay detalle que le falte para hacer sentir al turista que está en otro mundo, a años luz de su vida real, pero al verdadero Robledillo lo conocí yo, silvestre y especial y si te fijas bien, todavía hay algunos rincones que son exactamente como antes, como si el tiempo, no pasara por ellos. .

El pueblo entero es una maravilla pero si  he de elegir, me quedo con dos lugares: Uno muy personal, el otro la Ermita de San Miguel, desde donde puedes contemplar  la vida pasar,  llena de serenidad, y donde sientes que el tiempo se ha detiene.

Robledillo, mi Robledillo, al que llevo, a pesar de todo lo vivido,  o precisamente por ello en mi corazón





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