Cuando una persona repasa la historia de su vida, por nostalgia, por reflexión o por cualquier otro motivo, suele añadir a sus recuerdos una música, o un olor, o una película o cualquier otra cosa que le sirva de vinculo emocional entre el recuerdo y su cerebro. Así, vamos haciendo un tejido emocional en nuestra memoria,, enlazando recuerdos entre sí con una discografía emocional o una filmografía emocional o un poema emocional.
A mi se me ocurre también una GEOGRAFIA EMOCIONAL: recordar aquellos lugares que han sido, y son importantes en la vida de una persona.
Me gustaría empezar mi paseo por mi propia geografía emocional por SITGES. Ese precioso pueblo mediterráneo donde pasé innumerables domingos en mi niñez. Sitges es además el pueblo donde se conocieron mis padres, así que sin él probablemente yo no estaría aquí. Así es de trascendental ese pueblo en mi geografía emocional. Recuerdo como si fuera ayer los distintos restaurantes donde he comido, las playas donde me he bañado y la preciosa terraza de casa de mis tíos donde jugaba de pequeñita.
Con los años, y aún hoy, conservo la costumbre de ir a Sitges al menos una vez al año, a la playa, a comer o simplemente a pasear por sus hermosas callejuelas. Desde que soy madre, llevo a mis hijos a ese pueblo y trato de transmitirles mi amor por él. A fin de cuentas, también forma parte de su geografía emocional, ¿verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario